viernes, 23 de mayo de 2008

politicos y jovenes, jovenes y politicos


No se encuentran, no saben seducirse. Se persiguen, miran y celan pero con distintos fines. Mientras los políticos invocan –sólo invocan- a los jóvenes, asegurando ver en ellos al motor de un futuro mejor, los chicos huyen de la cosa pública, no sin antes expresar su repudio constante hacia las clases dirigentes. El mejor modo, el más hiriente tal vez, la indiferencia, y la juventud de ahora no tiene que esforzarse para sentirla cuando de políticos se trata. Como si la brecha generacional que los separa viniera cada vez más grande, jóvenes y políticos, políticos y jóvenes se enfrentan a diario, sabiéndose incomprendidos los unos por los otros. Todo, a tres meses de definirse quiénes conducirán la provincia y a unos cuatro para saber la suerte del país.La juventud tiene la atención ciega para estas auotirdades, acaso las responsables del desarrollo cívico más libre de un país. Algunos optan por el narcotismo de la tecnología, otros por planificar una escapada hacia nuevo rumbo desconocido, otros en la moda, la música o lo que sea. Son contados los casos en los que surge la inquietud de unirse a tal candidato, pero el grueso no conoce ni llega a entender nada de lo que pasa en este ámbito ni le importa. No sabe la fecha que en la que se vota; si figuran en los padrones; quiénes son los candidatos; la diferencia entre legislador, concejal y diputado… Ni qué hablar de las propuestas o tendencias ideológicas. No, todo entreverado: si da igual, mi voto qué importa, meteré cualquier cosa en el sobre, si es que voy a votar, claro, porque ni idea cuál es mejor, cuál no roba, aunque seguro todos roban…Y a los políticos les faltan años luz en materia juventud. No decodifican por dónde va la psiquis de los chicos, cuáles son sus opciones (buenas o malas), qué los divierte, qué les apasiona, qué les preocupa, qué les apena, cómo explotan sus virtudes. Parece que tampoco entienden que los jóvenes no son idiotas, que no admiten subestimaciones, promesas y más promesas que ni siquiera los incluyen. Por eso el ojo de Gran Hermano en un afiche está muy lejos de captarlos o de generarles una identificación. Los chicos ven realities shows, pero se ríen de ellos porque no son hipócritas, admiten que la coincidencia con la realidad no es pura casualidad.Ninguna frase más gráficas para definir esta situación que la de “estar en sintonías diferentes”. Porque cuando se quiere acaparar la atención, el amor o cualquier otra respuesta de otro se busca corresponder, no irritar. A menos que la histeria se interponga, enviando mensajes vacíos que aparentan ser atractivos – en este caso, para los mismos políticos, no para los chicos-. Y es otra oportunidad que se pierde, porque los políticos de mañana son los jóvenes de hoy. Quieran o no estos últimos, varios miles de ellos ocuparán un puesto en el poder dentro de unos años. Y ya no estarán enfrentados a los políticos de hoy sino a sus pares, y esa será su diversión. Muy diferente a la de los jóvenes que los miren asqueados desde la vereda de enfrente.

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